LA CIUDAD SUBMARINA (ver 1.1)
(La primera página de mi tercera novela)
Decidí bajar de una vez por todas, total ya no tenía nada que perder. Tenía justo para sobrevivir siete días y mi submarino: “El Escarabajo” tenía suficiente combustible para regresar sin problemas. Había miles de razones por las cuales “La empresa” no quería que nadie bajara, pero lo que me extrañaba era que seguramente alguien querría buscar todo lo que se encontraba en la bóveda secreta.
La mayor parte de la cuidad submarina se encontraba incrustada en un gigantesco coral azul y con los años el moderno vehículo había sido cubierto por plantas y corales jóvenes. Ya hacia tiempo que había estudiado bien los mapas del submarino/ciudad y sabía muy bien que parte estaba expuesta y fácil de acceder con mi escarabajo. Bueno, voy al grano, me sumergí y después de unas horas bajo el mar, enredado en su hermoso paisaje (porque aun después de todo lo que ha pasado en el planeta, aun hay vida marina colorida e impresionante, casi como desde que tengo memoria).
Llegué a la puerta más expuesta de la ciudad submarina. Conecte el escarabajo con sus ganchos y sus anclas para luego extender el túnel de abordaje. Pase algunas horas trabajando con las cerraduras de la puerta, las cuales estaban en muy mal estado. Me corté, me torcí un dedo y rompí unas pinzas; mis favoritas. Finalmente antes de abrir la puerta me entro un poco de temor pues estas personas llevaban muchos años encerrados en ese armatoste. Pensé que podrían estar muertos, que podrían haberse tornado hostiles o hasta que podrían querer comerme… o violarme. Quien sabe si las mujeres, los hombres o los animales habían enloquecido y asesinaron a los demás seres vivos. No tenía idea de lo que allí encontraría.
Simplemente, abrí la puerta.
Cargaba mi pistola en mano y mi espada desenfundada y me introduje al rojizo pasillo. Si, la compuerta me llevó a un pasillo lleno de tuberías de color rojo descascarado. La verdad, yo sabía muy bien en donde me encontraba. Ahí se supone que me encontraría ha uno de los guardias de la parte externa submarina. En efecto, ahí la encontré. Descubrí su reflejo a través de un espejo sucio y viejo. Encajado entre los dobleces de unas tuberías en la esquina a mi derecha. Se trataba de una muchacha en ropa interior. Se estaba probando ropa frente a otro espejo mas grande. Guardé mis armas y entré como si nada hasta llegar al centro del corredor donde ahora ella me podía ver claramente. Me vio de reojo. Al parecer, no le importó. Pensé que estaba en lo correcto.
Después de tantos años allí encerrados todos estos obreros debían estar locos. Me senté a observar. En el pasillo de tuberías, al fondo, había una cama vieja, un baño, closet, espejo y cosas personales de la muchacha. Su ropa estaba colgada de las tuberías. Tenía toallas y fotos. Todo en malas condiciones y manchados en tonos rojizos y anaranjados. Un poco mas cerca de la puerta por donde entré se encontraba una gran computadora con sistemas de monitoreo de varias áreas. Sin embargo, ninguna pantalla mostraba imágenes claras, ya fuera por el sucio, moho o porque estaban dañadas.
Decidí bajar de una vez por todas, total ya no tenía nada que perder. Tenía justo para sobrevivir siete días y mi submarino: “El Escarabajo” tenía suficiente combustible para regresar sin problemas. Había miles de razones por las cuales “La empresa” no quería que nadie bajara, pero lo que me extrañaba era que seguramente alguien querría buscar todo lo que se encontraba en la bóveda secreta.
La mayor parte de la cuidad submarina se encontraba incrustada en un gigantesco coral azul y con los años el moderno vehículo había sido cubierto por plantas y corales jóvenes. Ya hacia tiempo que había estudiado bien los mapas del submarino/ciudad y sabía muy bien que parte estaba expuesta y fácil de acceder con mi escarabajo. Bueno, voy al grano, me sumergí y después de unas horas bajo el mar, enredado en su hermoso paisaje (porque aun después de todo lo que ha pasado en el planeta, aun hay vida marina colorida e impresionante, casi como desde que tengo memoria).
Llegué a la puerta más expuesta de la ciudad submarina. Conecte el escarabajo con sus ganchos y sus anclas para luego extender el túnel de abordaje. Pase algunas horas trabajando con las cerraduras de la puerta, las cuales estaban en muy mal estado. Me corté, me torcí un dedo y rompí unas pinzas; mis favoritas. Finalmente antes de abrir la puerta me entro un poco de temor pues estas personas llevaban muchos años encerrados en ese armatoste. Pensé que podrían estar muertos, que podrían haberse tornado hostiles o hasta que podrían querer comerme… o violarme. Quien sabe si las mujeres, los hombres o los animales habían enloquecido y asesinaron a los demás seres vivos. No tenía idea de lo que allí encontraría.
Simplemente, abrí la puerta.
Cargaba mi pistola en mano y mi espada desenfundada y me introduje al rojizo pasillo. Si, la compuerta me llevó a un pasillo lleno de tuberías de color rojo descascarado. La verdad, yo sabía muy bien en donde me encontraba. Ahí se supone que me encontraría ha uno de los guardias de la parte externa submarina. En efecto, ahí la encontré. Descubrí su reflejo a través de un espejo sucio y viejo. Encajado entre los dobleces de unas tuberías en la esquina a mi derecha. Se trataba de una muchacha en ropa interior. Se estaba probando ropa frente a otro espejo mas grande. Guardé mis armas y entré como si nada hasta llegar al centro del corredor donde ahora ella me podía ver claramente. Me vio de reojo. Al parecer, no le importó. Pensé que estaba en lo correcto.
Después de tantos años allí encerrados todos estos obreros debían estar locos. Me senté a observar. En el pasillo de tuberías, al fondo, había una cama vieja, un baño, closet, espejo y cosas personales de la muchacha. Su ropa estaba colgada de las tuberías. Tenía toallas y fotos. Todo en malas condiciones y manchados en tonos rojizos y anaranjados. Un poco mas cerca de la puerta por donde entré se encontraba una gran computadora con sistemas de monitoreo de varias áreas. Sin embargo, ninguna pantalla mostraba imágenes claras, ya fuera por el sucio, moho o porque estaban dañadas.